Recuerdo esos años de preadolescencia, cuando conocí a las buceadoras, -mi virus mental-, digo virus porque es una deliciosa enfermedad, no dejo de pensar, imaginar o fantasear con una buceadora en mi casa, esperándome, vestida para el placer eterno... Ahora ellas se quejan que los hombres no las toman en cuenta si ellas mismas han deseado alejarse, por volverse atencionales... y no como antes, cuando les hablabas y la charla era hermosa, larga y la conocías en persona, y si se gustaban, era posibilidad de emparejarse y follar como changos.
En fin... sigamos en nuestro delicioso fetiche mejor?...
Saludos.







